RASMIA 8

RASMIA 8

En este nuevo número de la revista del sindicato repasamos varios de los actos, movilizaciones y conflictos que hemos tenido que afrontar en los últimos meses, siendo convulsos en muchos ámbitos; desde la emergencia climática cada vez más acuciante al infame genocidio del pueblo palestino, pasando por una actualidad política en la que el populismo de extrema derecha va minando poco a poco consensos y reintroduciendo discursos cada vez más peligrosos, evocando viejas sombras del pasado.

Tiempos estos en los que nos está tocando dar un paso al frente para defender nuestros intereses de clase trabajadora y no callar ante dichos eventos: sea para denunciar la masacre a cargo del ejército israelí en Gaza o para oponerse a las políticas regresivas que están formulando el gobierno de Aragón y los distintos ayuntamientos de nuestra tierra, como desde el estado español: recordemos episodios como la derogación de la ley de memoria democrática de Aragón, la intención de
dejar de reconocer el aragonés y el catalán como lenguas propias de Aragón, dificultar que las mujeres de Zaragoza ejerzan
su derecho al aborto; la cancelación del Festival Periferias en Huesca o el desmantelamiento de espacios culturales
zaragozanos como Etopía o la autogestión de espacios como La Harinera sin olvidar vergonzosas sentencias judiciales como
la que condena sin pruebas a los 6 de Zaragoza, que ha acabado con sus huesos en la cárcel.

Un sindicato aragonesistas de clase como el nuestro, feminista y claramente antifascista, no puede, ni debe quedar callado ante todos estos atropellos, y por ello ha alzado su voz inequívocamente no solo en todos y cada uno de los centros de trabajo, sino en las calles y en las mesas de discusión dando voz y apoyo a todas estas luchas.

Ahí OSTA siempre ha tenido y siempre tendrá claro su papel y su lugar en la historia, porque es mucho lo que nos estamos jugando en Aragón, en el Estado y en Europa: un modelo abierto y con respeto a las personas y el medio ambiente, de avances sociales o un futuro marcado por las políticas regresivas de la ultraderecha populista cada vez más desvergonzada.

Juanjo Baquedano – SN Acción Sindical de OSTA

Por Aragón, unidos somos más fuertes. Manifiesto 1º de Mayo de 2020.

Por Aragón, unidos somos más fuertes. Manifiesto 1º de Mayo de 2020.

Ante las medidas de confinamiento decretadas por el Gobierno del Estado español, hacemos un llamamiento a la clase trabajadora aragonesa, para que salga a las 12:00 horas a sus balcones a revindicar el 1º de Mayo, aunque este año de una forma especial, dada la imposibilidad de reunirnos para reivindicarlo como siempre en las calles.

Por Aragón, unidos somos más fuertes.

Nos encontramos ante el primero de mayo más atípico de la historia contemporánea.

En este 1º de Mayo, Día Internacional de los y las Trabajadoras, debemos recordar a quienes dando la cara en sus puestos de trabajo, han contraído el virus. Y a todas aquellas que han fallecido por la enfermedad, su esfuerzo será recordado como ejemplo de lucha desinteresada y siempre permanecerá en nuestra memoria.

Gracias a ellos están haciendo posible que nuestro País siga funcionando, aunque en muchos casos suponga exponer su salud y la de sus familias, debido a la falta de Equipos de Protección Individual adecuados o al incumplimiento por parte de algunas empresas de los parámetros de seguridad establecidos.

La clase trabajadora está en primera línea de la crisis sanitaria. Está asumiendo la peor parte, poniendo en riesgo su propia salud, al ser la fuerza laboral que soporta mayor riesgo de contagio en sus respectivos puestos de trabajo. También está en riesgo su futuro laboral y económico, si no se toman las medidas adecuadas para afrontar la más que previsible crisis económica derivada de la pandemia.

Esta crisis sanitaria que estamos atravesando ha puesto de manifiesto que nuestra sociedad debe poner a las personas en el centro. Muchos de esos trabajos, que hoy por fin denominamos esenciales, son trabajos precarios, a tiempo parcial y mal remunerados. Pero en momentos como éste se pone en evidencia el enorme valor social que tienen muchos trabajos del sector de servicios, especialmente todos los trabajos relacionados con los cuidados, realizados a día de hoy mayoritariamente por mujeres.

Una vez más, como ya ocurriera en la crisis económica de 2008, la Unión Europa está volviendo a demostrar que no es capaz de dar respuestas y alternativas a la ciudadanía. Su prioridad son los llamados mercados, erradicando la soberanía de los estados que la componen y agudizando las desigualdades entre la Europa del sur y del norte, evidenciando una vez más que es una mera unión comercial entre países. La respuesta que puede provocar esto no es tampoco nada halagüeña si la ruptura de ese modelo viene liderada por corrientes de extrema derecha.

Los últimos movimientos del Estado español muestran una recentralización en la gestión de los servicios esenciales durante esta crisis. La posibilidad de que dicha recentralización no sea algo coyuntural debe mantenernos alerta, por la negativa repercusión que podría tener en territorios como Aragón. No podemos tampoco olvidar que los distintos gobiernos que se han ido sucediendo en el Estado español han aplicado políticas salvajes de privatización de servicios esenciales como la sanidad, las residencias, las energías, el transporte o el agua. Todo ello con el objetivo de seguir acumulando beneficios en unas pocas manos a costa del esfuerzo y la precarización de las clases populares.

De esta crisis debemos obtener numerosas conclusiones, pero la más importante es que los sectores de servicios públicos y estratégicos no pueden depender de la rentabilidad económica que unos pocos puedan extraer de ellos. La rentabilidad principal de los servicios públicos debe ser la social, y eso sólo puede garantizarse con una gestión pública y con la concienciación y participación de toda la sociedad.

En Aragón es el momento de que nuestro gobierno cambie de rumbo y apueste decididamente por lo público; por la gestión directa de los sectores estratégicos, por una banca pública que garantice el empleo y la subsistencia de autónomos y de la pequeña y mediana empresa; es momento de poner en marcha un plan de reindustrialización para nuestro País que tenga en cuenta las nuevas circunstancias del mundo actual globalizado y de la emergencia climática.

La anterior crisis ya puso de manifiesto que una economía diversificada es más estable frente a las crisis y que la investigación y el desarrollo de las nuevas tecnologías, junto con la formación, son fundamentales para la creación de puestos de trabajo de alto valor añadido, con sueldos y condiciones laborales dignas.

En cuanto a la negociación colectiva, esta crisis ha puesto de manifiesto que es necesario que las condiciones de los y las trabajadoras se negocien en Aragón. La recentralización de la negociación ha supuesto que muchos convenios que afectan a los y  las trabajadoras de servicios esenciales son convenios de ámbito estatal y en algunos casos llevan años sin negociarse.

Exigimos la revisión de estos convenios y trasladar su negociación a Aragón porque, nosotros conocemos la realidad de los sectores y de nuestro territorio mejor que otros a más de 300 kilómetros y seremos capaces de mejorar las condiciones laborales.

De poco valdrán los reconocimientos públicos de estos días si los convenios y las condiciones de los y las trabajadoras de servicios esenciales no se adecuan al trabajo que realizan y al valor que aportan a nuestra sociedad.

Es la oportunidad de construir las bases para el Aragón que queremos, es necesario una reversión a la gestión pública de sectores como el agua, la energía, el transporte o la educación, es momento de que nuestros políticos den la talla y defiendan lo nuestro, es momento de que la administración apueste decididamente por las personas de nuestros barrios y nuestros pueblos sin dejar atrás a nadie. Solo así podremos a Aragón y a sus gentes en el que sitio que se merecen.